LANZAMIENTO - MUSICA DE SINFINES

LANZAMIENTO - MUSICA DE SINFINES

Preludio *

El escritor Eutiquio Leal es más conocido como novelista, cuentista, conferenciante y ensayista, que como poeta. Sinembargo él confiesa que ha escrito poemas desde su adolescencia, cuando le hacía versos a sus compañeritas de estudio... "Lo cual me daba muy buenos resultados", según nos dice en medio de una socarrona carcajada.
Afirma complacido: "Siempre he sentido la necesidad urgente de escribir poesía como una gimnasia mental, emocional y lingüística. A mí me dan mucha lidia las palabras. Mi lucha sin cuartel, a vida o muerte con el lenguaje es el más constante tormento de mi trabajo como escritor. Pero es un tormento placentero, delicioso, desfrustrante. Resulta que escribir un cuento o una novela viene a ser también un acto poético, aunque de otro nivel, a otras honduras. La poeticidad es una de las características de la esencia del arte en general y de la literatura en particular. Los alemanes tienen razón cuando denominan POETA a todo creador, ya sea un músico, un pintor o un dramaturgo, pues lo que producen la imaginación y la fantasía de un creador es, nada menos e igualmente, una obra poética en el más profundo sentido del término. Mi combate diario y nocturno con el lenguaje, con cada expresión, con cada palabra cuando escribo poemas me sirve muchísimo para mi trabajo como narrador, pues la gran síntesis, la profundidad, la significación y la polisemia que debo lograr en los poemas es, para mí, el mejor ejercicio estético en cuanto a la labor de escribir un cuento o una novela. Si alcanzo el mismo efecto poético en mi prosa, ello quiere decir que he conseguido labrar una buena prosa, una buena narración. Por eso nunca dejo de estar escribiendo poesía, eso sí, sin ánimo de publicarla: sólo con el propósito de mejorar mi obra literaria narrativa, en prosa". Son afirmaciones que ha venido haciéndonos Eutiquio Leal, con un poder de convicción que nos incita a aceptar sus planteamientos sin vacilación.
Como se verá, la poesía de Eutiquio es "labrada" como él mismo lo dice. Rigurosamente trabajada, fuertemente maciza, hondamente significativa. Por tanto ella exige de sus lectores un esfuerzo mental y sensorial, una labor de decodificación, de interpretación, un serio trabajo de búsqueda y hallazgo de los sentidos internos, de la significación recóndita y de la simbología que cada uno de sus poemas establece, propone y universaliza. Si es claro que su poesía apela mucho a la razón, al sentido semántico y mental, también es evidente que convoca y estimula grandemente a los sentimientos, a la sensibilidad humana y estética de sus lectores. Lo cierto es que esta poesía exige un lector activo y sensible.
Para Eutiquio Leal el acto poético empieza con una manera y un enfoque estético de la vida, de la cotidianidad. "Si un ser humano mira el mundo y se emociona, si contempla los objetos, los fenómenos y las actuaciones, si se detiene en todo y se asombra, si vibra estéticamente y si todo lo percibe a través de sus sentimientos, de su sensibilidad, pues entonces ahí hay un poeta. Ahí tenemos un poeta, aunque no escriba versos. Y si los escribe, si puede expresarse y expresarlo todo con un lenguaje articulado, así sea oralmente, pues ese es un poeta cabal. Es que la poesía está en todas partes y solamente hace falta el ser humano suprasensible que logre convertirla en leguaje: pictórico, melódico, plástico, sonoro, escrito, etc.".
Y continúa: "Cuando un ser humano es capaz de ver y sentir el mundo de una manera diferente al común, ahí está el poeta, aunque no lo diga ni lo escriba. Después de miles de siglos, el hombre llegó a cantar y contar oralmente su visión poética de la vida. Y mucho después pudo cantarla y contarla por medio de la escritura, que es lo que estamos haciendo ahora", concluye Eutiquio Leal jubilosamente.
Preguntamos a Eutiquio Leal, para él qué es escribir, y contesta:
"Escribir es entregar los horizontes y las batallas, los lilas y los rojos seguros en las manos de la amante y del viento, por que los dos con­fundidos en un sólo Arco-Iris de felicidad custodien al mundo y lo defiendan de la negrura impenitente que lo asedia.
"Es liberar las mariposas y los vilanos para que luchen en el espacio cósmico como mensajeros de las voces del viento, solidario e inconte­nible, del hombre.
"Es rescatar las caracolas y las siemprevivas de modo que continúen siendo ellas mismas en el devenir de las noches subversivas que generan todas las alboradas de la tierra.
"Es apropiarse de las tempestades y los relámpagos siderales y humanos, en gracia a la alegría de las horas, los senderos ocultos y los siglos de las estrellas vivientes.
"Es inscribir la otra cara del orbe, de los objetos, las personas, los sentimientos, las pasiones, la belleza universal, la poesía del Cosmos, y re­velarla hasta en las piedras.
"Es desfrustrarse y desfrustrar a quienes (por ventura o por desgracia) se ven impelidos a descifrar lo que plasmamos en la sombra, en solitud, en el abandono creador, martirizante.
"Es realizar a los demás o realizarse uno mismo lográndolo en todo, del todo, por todo y ante todo aunque no fuese más que en la imaginación.
"Es sublevar las desoladas sensaciones que habitan o cohabitan en lo más recóndito de los hipocampos y las golondrinas trabajadores.
"Es soltar al espacio desvalido los unicornios que sabemos infinitos, adorados, por siempre compañeros.
"Escribir es hacer la revolución con las palabras, en las palabras, contra las palabras, y así proyectarse transformando a los hablantes y a todo lo que avivan las palabras, logrémoslo o no."
Veamos alguna muestra de la poesía de Eutiquio, cuyos poemas son más conocidos en el exterior que en su propio país o entre sus colegas y amigos.
* Este texto fue publicado por el periódico "ALO COLOMBIA" en su edición de Marzo 1988, firmado La Redación, con las iniciales J. M. D.
(Música de Sinfines, Página 11)

Unidad


Harina
rosa
almendra
sinsabores.

Piedra
cardo
puntilla
como flores.

Manantial
almohada
por dolores.

Caracol
espina
todo amores.

IX, 1986

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 19)

Sísifo

La calle
que va con uno
después
se regresa
sola.
Ella sola
es el destino
con su camino
de aurora.
Y uno sigue
subiendo bola
vida abajo,
pero ahora
ardiendo
y atlado
de caracola.

Uno
que es un trino
hijo del viento
tremola
vida arriba
también
con su herida
sola.

XII, 1984

Para OTTO RICARDO

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 21)

Nocturnanza

A lo alto
escalando la mole de tan único cerro tutelar,
un reguero de luces caprichosas.
Fúnebre mar en vela
de luceros felices parpadeando
por sobre la sabana del frío entre la niebla.

A lo bajo
la geografía exacta en filas se organiza.
Se cruzan las hileras de riguroso ejército
de paz, en reconcilio con la vida,
como parada de honorables fastos
y en vilo filigranas acuciosas despiertas.

Titilares alternos de corriente.
Hoy nos devuelven juntos sus amarillos pétalos
de astro visionario
en metales y tonos de diamante encendido
por millares de crímenes y sueños.

A la sangre
de todos nuestros viejos limones interiores
anda un montón sinuoso de horizontes y júbilos.

A lo hondo
dormirse es revivir en la memoria cegatona
toda la luz umbría
que nos ha deslumhrado de simiente lunar.

V. 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 23)

Definición

No es el rayo telúrico
ni la explosión
oceánica, ya hincados
en el fondo.

No es, al grito del pájaro
en su copa,
el disparo lunar
y que os penetra
-por detrás o a la sombra-
hasta el centro recóndito.

No es la lluvia hacia lo alto
rociando vieja sal
a nueva herida.

Más, más hondo y efímero:
es el canto.
¿O el manto?

VIII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 25)

Lógica

Para que entiendan
el silencio
tendrían que subir hasta sentarse
en esta banca húmeda
de aguas terapéuticas,
deberían respirar ahora rojo
que la dicha transcurre,
que la desdicha es ciega,
sembrar la lluvia toda de amapolas
y amalgamarlas;
luego, en el fondo del barro
saber que existió
apenas,
que existimos a gritos
y a trompicones por mejor leoninos.

II, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 27)

Destino

No alcanza a iluminar aquella estrella
los secretos impulsos,
las llanuras del día
ni todas las durezas de la noche.

Nunca florece la oscuridad: se pudre
en el estero de los tiempos,
o fecunda y asoma al infinito
o cambia de odio
bajo el sepulcro Infiel de la memoria.

Sólo un rayo lunar y alegremente
acaso pueda azulecer ahora
unas pavesas lilas
o algunos horizontes cantarinos
antes de otro alborearse
intransferible.

VIII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 29)

Vuelo

Cuando se dobla el mundo
ajeno
y se apagan las luces
interiores,
ya nada queda afuera
sino lazos dormidos
o la sombra
feroz
de las vocales.

Seguramente al fondo
el propio globo gire
maltrecho o bien mimado
tremolante por dentro
en llamas ya vidriosas
como pétalos,
y sigan
llamarando
unas mismas palabras
que no se niegan
nunca
ni se callan.

X, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 31)

Labor

Digamos anudarse dulcemente al espejo
de lucero furtivo
que separa a este cielo de esa tierra.

Soñar las lejanías del deshielo
aunque cerca de todos los trayectos duraznos
y las encarnaciones fabularias
en que se muere a diario para nacer perenne.

Irrumpir al augurio
conjugando la luz llena del aire
donde se vive el lance sin sentido,
no la amenaza de perder juego o paloma
combinatoria, sino airosa y tenaz floristería.

Amasar como semen los vocablos
al rescatar futuros
en la escritura de los tiempos signo:
el patrimonio verde de la sola presencia
empeñada en el limo del recuerdo:
oleaje embravecido de rojos en sazón.

Digamos confundidos en planetas senderos
a la propia procura
y del sitial conquistado por golpes de victoria.

Consumarse en la esencia del otro que es el mismo
por su venganza triste:
jardines piedras, arsenal de auras lilas
y una, al fin, orbital perduración
en el vidrio azogado de todos los sinzontes.

VIII, 1986

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 33)

Oquedad

No asentarse primero
en ningún lino,
ni siquiera en el ala muy coqueta
de la rosa,
que era la fosa de antes.

No sentirse seguro
en una hoguera ni en un trono
que no hayan sido la palabra siempre
de los meandros estelares
en el pecho tatuado.

Sólo hay el tránsito infinito
donde existir en pleno
con todos vuestros versos y huracanes.

VIII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 37)

Derrotero

El río mal dormido que se fuga
de entre su fría roca
por el poro sutil de las aristas
lleva carnosos roquedales suyos,
despeinados.

Todo un rumor licuado como música
punzando tercamente ahora mismo
con nostalgia ritual
de anteriores entrañas ya perdidas.

Afluente de canciones siderales
y de espejos sedientos
directamente en vocación oceánica;
nota triunfal, guerrero retumbando
un no sé quéde
alondra o de lucero.

Solitario licúa su destino
en saboreo de yerbas migratorias:
proyectará sus ínclitos retratos
multiformes
de tronantes cristales
a las claras alturas de su lecho
sobre arena profunda consentida.

Por sus venas ligeras
va palpitando siempre bajo el treno
de nueva risa errante
con su piel en frescuras irisadas,
fiel a la vida misma y sus furores.

VII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 39)

Diapasón

Teñidos de ocarina andamos topos
padeciendo miradas todo fruto,
ritmando nuestra vida con esferas
en las ceñudas calles
de la ciudad careta a medios días.

La dicha cincelada a agujetones
dentro del hueco abierto
reverbera de ausencias inconclusas
y reiterados amorines secos.

De ocarina insurgente
como de desengaños mal habidos,
sobre el rayo seguro
que nos lleva a la altura sensitiva
va nuestra propia gracia de alas
a mil arpegios recios
liberándose en cánticas y abrojos.

III, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 43)

Confesión

En este deshojar
ya margaritas, ya torrentes nuevos
o lunas en su mengua...
tras este consumir entre suspiros
los horarios
y la galaxia allá remotamente...
hemos venido yendo
para tornarnos de ilusión polvo sensible,
fríamente más férvidos
y de manzana menos rombos sabios.

Ya no sabemos casi la azucena
de la luz cantarina,
ni el mimo revoltoso de los vientos,
ni los impulsos mágicos
e intrínsecos
del dolor confortante...
y ya la hiel de los desvelos
es una incierta gran desconocida
que no encuentra su albergue
en tanta nube
carbonera, misteriosa y apetente.

Peregrinos en trocha promisoria
¿ahora entendemos más
y conocemos menos la congoja?

Siquiera si supiéramos profanos
una brizna de rojo
el cómo se incinera el otro cielo!

II, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 45)

Pronóstico

¿Es una frágil
ala de adormidera huída,
o un pasajero
pétalo despierto de inicial mariposa?

Cierta brillante estrella
lucía antes la plata
de soslayo,
y ahora pela el cobre en cielo ajeno.

¿Es fortaleza
de íntegro nevado incandescente,
o alto deshielo miope
que perdura más allá del espacio?

Esta dorada joya expide visos
asaz envejecidos prontamente
y algunos de ellos
ya no son amarillos en el tiempo.

La espuma con la arena tornadiza
son su signo o manzana
de luna sibilina en vuelo esquivo.

X, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 49)

12:00 P. M.

Se le ha escapado un sol de trigo
pleno de cascabeles
con todos sus silencios, sus umbrías.

No registra su tacto la luna jornalera
de cristal diferido
por las callejas del sudoso viento
a musicalizar la hora premiada
con su infiel abrazo, fuego y mudo.

Va floreciendo la grisura plácida
en muy adentro extraño
desde afuera del grito,
para nunca, hasta siempre, como entonces.

Qué chata la penumbra venidera
vislumbrando en secreto
una esquina sinuosa sin aguardes.

Algo menos carbunclo consentido
y menos aguijones solitarios:
un ojo de luciérnaga encendida a lejura,
acaso alguna estrella
desvelada
en su posible amanecer turpiales
cabal de visionarias amatistas.

III, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 51)

Ciclote

Es tiempo de jugárselas al tiempo
que la rosa padece
en su menguante
y el clavel alborota en la estación
de su odio acremente agradecido.

Si sangra la centella amanecida
sus luces pordioseras
en el viento
y el jolgorio del humus reverbera seguro...
hay tiempo de mirarse
para siempre preciso girasol
en las noches crecidas a frugal plenilunio
o a caricias errantes
de lisonjero maremoto y fiel regreso.

Todo llega en el rayo ahora lunático
del exultante pecho,
mas viene en la tersura de los lazos
rendidos concertantes
un algo de derrota entre sus júbilos
y el total de victorias en la fiera esperanza
de unos soles pompones,
libérrimos, eternos, parricidas.

IV, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 53)

Rumoranza

Seguimos siendo un eco en vía de exilio
acompañado
de otro faro encendido allá en el aire
sin gestuales ni esferas agoreras,
o soledad sonora
al medio de planetas tornanuevos
que nos orquestan y acompañan grises.

Todo inmerso
e iniciado por verticales sendas
de erióforos y orientes bulliciosos
o ventanas futuras:
es la catleya niña en que a veces esplenden
y a su final congregan
las pesadillas o las oblaciones
musicadas al fondo
de una raíz preciosa como verbal galaxia.

Este eco asordinado es una bomba
de reloj que se juega
su destino en recelo y a marcapaso rojo
para elevar sus ásperas angustias
desde el humus callado
hasta el fiel luminar de los volcanes.

Nacido de una roca deshojada en silencio
fuese el treno que ronda
amenazado, y canciona y justifica
esa entraña distante con su letra en penumbra.

Contra el viento iracundo compañero
será entonces
íntegra voz que sueña y que sigue luchando.

X, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 55)

Horizonte

Deshollejando al viento, la dicha, la manzana...
de esta abierta calleja lunática de ahora
se nos ha escapado alguien?

Todo lo que tiene aura, color, canciones, osamenta...
Por ejemplo la luz, el agapanto,
los ojos de la noche, voladores audaces,
la caracola atlada de ilusiones geológicas,
el verbo solferinamente erguido
en jugos cálidos o polen de peñasco y golondrina.

¿Quién habita hoy en estos corredores
del pecho o las estrellas, del calor insurgente,
en nuestras horas lilas empozadas al fondo
de los días traspuestos
o poemas tomados de cofrecillo ajeno?

¿Todo el vacío, toda la negrura,
solo el trueno interior que nos devora
sin ningún cese al fuego, ya sin canto posible?
¿Solo el yelo y ya sola la roseta
de dinamita extraña o alquilada, imprevista,
solo el desplome anónimo de la espiga en la frente?

Atrevida allá al frente
una ventana en alto, su soñador abierto a la mañana,
las barandas del Cosmos, el vórtice del tiempo...
este anhelo amatorio que somos a porfía
con el ritmo vidente, raizal, constitutivo
que aguija desde adentro de la tierra
revivida o tremenda, solidaria o utópica...

V, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 59)

Moiranza

La oscura pasajera que desgaja
las hojas de la oliva
con sus ojos sin ojos,
su sino árido,
pesadilla en la ruta de las horas...
apocalíptica matrera
de toda esta memoria de los sueños
que anda jugando trampas
tras vuestros propios pasos en rescoldo.

Ahora se aproxima
la imprevista extranjera
con su codicia ignota
hasta la exhausta de aquí adentro:
su forma de sardónica sonrisa
perforando esta sangre
solar,
como espada lunática arremete.

¿Ya vendrá por la trova
compañera
tan temprana en mi cálido costado,
a despojarla de su pompa hendida?

VIII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 63)

Perspectiva

De su verde siniestro revestida
anda la sombra anónima
farisaicamente acribillando
banderas
y florestas y esmeraldas.

Regida desde el trono palaciego
marcha a cegato golpe militar
hacia los cementerios
de la historia.

Tarántula iracunda sin oriente
por entre socabones
enlutados
va intentando el retrecho de la aurora
en libertad y en trance
para otro siempre de seguir amando.

De paso en su locura precipicio
está pudriendo todo,
acribillando los luceros signos
de la feroz contienda.

La oscura muerte ahora
ha de morir también en el combate
de donde brotará la nueva sangre
entera, proclamada.

X,1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 65)

Exorcismo

La horqueta del final ahora flirtea
inclemente y versátil
con el próximo ocaso del viento circulante
dentro del cáliz siempre, y amistado,
que a gotas anochece
bajo el más misterioso y helado ministerio.

Obstinada en la ronda sospechosa
guiña sus ojos ciegos
haciéndole coquitos con malicia embozada
a nuestra lira combatiente y astro
de adentro de la sangre resistida.

Te conjuramos, enemiga invicta,
a que desaparezcas en el Cosmos!

Descorcha tus oídos vieja puntual y aleve
porque, escúchanos:
no asedies ya ni nunca los trovadores pétalos
de nuestra amada hortensia!
Si vuelves, cuando vengas a vigiarla
nos talará la tierra! Y a todos por igual.

IV, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 67)

Revelación

Si programas la muerte:
a veces y hasta cuándo pimpinela
tu misma vida relojera en punto
enreda sus palomas minerales
y sus fuegos
o desorienta, brújula perdida en el pecho,
sus propios aeronáuticos
capullos.

Calcular tiene un tornasol diverso:
ni el rocío en la noche,
los pétalos del canto funerario,
la sonrisa frutalia,
los rubios pasos aleteantes
del destino,
la itineraria borla de los vientos
ni el sabor siemprevivas
afloran saciedades infalibles.

Jamás han sido estas cegueras computables:
no las digitalices:
ningún albur amanecido en la horca
ni la trepidación de los despidos
están marcando siempre
la hora exacta.

La fosa y el vergel danzan su ritmo cierto
de ventana o relámpago,
y sólo ellos lo saben.

VII, 1986

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 69)

Alarma

Casi un ingrimo espacio
sin soles y sin versos, sin la llama
de una piel o un aliento cristalino
que traiga algunas batallantes horas
con sus íntimos sones
a inundarnos.

No hay un sitio poblado
de la angustia o el transcurrir glorioso
ni un cocuyo en los días
que susurre aquí estoy, siéntate cerca,
toma mi mano, anímate
y hagámonos.

Riela la luz amiga o compañera
junto a la voz tortuosa
de antes, de galaxias y de siempre.

Aquí triscamos solamente solos
en la gran compañía
del recuerdo feraz, raizal memoria
clavada sobre el filo asaz fermento,
y una consolación de amaneceres
tornasoles acaso.

II, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 73)

Revelación

Si programas la muerte:
a veces y hasta cuándo pimpinela
tu misma vida relojera en punto
enreda sus palomas minerales
y sus fuegos
o desorienta, brújula perdida en el pecho,
sus propios aeronáuticos
capullos.

Calcular tiene un tornasol diverso:
ni el rocío en la noche,
los pétalos del canto funerario,
la sonrisa frutalia,
los rubios pasos aleteantes
del destino,
la itineraria borla de los vientos
ni el sabor siemprevivas
afloran saciedades infalibles.

Jamás han sido estas cegueras computables:
no las digitalices:
ningún albur amanecido en la horca
ni la trepidación de los despidos
están marcando siempre
la hora exacta.

La fosa y el vergel danzan su ritmo cierto
de ventana o relámpago,
y sólo ellos lo saben.

VII, 1986

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 69)

Alarma

Casi un ingrimo espacio
sin soles y sin versos, sin la llama
de una piel o un aliento cristalino
que traiga algunas batallantes horas
con sus íntimos sones
a inundarnos.

No hay un sitio poblado
de la angustia o el transcurrir glorioso
ni un cocuyo en los días
que susurre aquí estoy, siéntate cerca,
toma mi mano, anímate,
y hagámonos.

Riela la luz amiga o compañera
junto a la voz tortuosa
de antes, de galaxias y de siempre.

Aquí triscamos solamente solos
en la gran compañía
del recuerdo feraz, raizal memoria
clavada sobre el filo asaz fermento,
y una consolación de amaneceres
tornasoles acaso.

II, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 73)

Siemprevivas

No moriremos en esta cisterna
donde afondaron todos tos desechos,
anémona cetrinamente pálida
hecha de una llanura con galopes selváticos.

Somos, es cierto, escoria, orín, retales...
Pero henos también que somos polvo cósmico,
pan redivivo, abrazo con estrellas,
aliento vitalicio, tremolar de hipocampo...

Se pudrirán el oro y sus vocales,
mas nunca olvidaremos la sonrisa del viento
ni el tibio despertar de nuestras sábanas.

Hay la luz. Hay el fuego. Y hay el canto.

V, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 75)

¿Envidia?

El tiempo hoy ha increpado!
¿Le cocina los sesos
llama que no ha encendido
y su canto anhelante?

Cien férvidas hazañas,
siembra de gestas vivas,
exploración de soles,
almacigo de sueños,
muchos nardos alzados...
Ojalá fuesen suyos!

Todo un haber en ascuas,
inasible a sus vuelos
como la luz y el aire
de aquella otra corona
nevada que ha perdido.

¿Acaso sus camelias
logrará ensimismar?

¿Y cuando el tiempo llegue
a su reclamo justo,
qué voz o qué silencio merecer?

XII. 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 77)

Náutica

¿Estamos solos en la noche abierta
sin las velas henchidas
para el éxodo,
con caracolas y milanos locos
abrazados al mástil del recuerdo
y hundidos en el Cosmos hasta el alba?

Sólo las siemprevivas
compañeras de rocas y arenales
acuden en el tiempo del naufragio.

IX, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 79)

Disonancia

Aquella viola
azul enclave
de alhelí
en el costado
del querer,
rumbó sus notas
por la careta
del cojín y del metal...

Echó a mudez
su misma clave
de sol.

Luego, trinaba
sin partitura
ni diapasón
en compañía
de su propia
sol-edad.

III, 1988


Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 81)

Sinrazón


Que no morir
adiós
ni existir
hasta luego.

Uno viene, se queda
o marcha y se va
tan solamente.

Rojo
no regresar
nunca,
ni siquiera
al olvido.

II. 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 85)

Tántalo

La copa toda extinta
de fronteras
apura sin sabor su viejo trago
desierto
de oscura roca
con su acida sed de antiguo
lago.
El sorbo desbordado
apura sin beber
su misma copa,
mas su licor incierto
tiene muy poca boca
para su gusto amargo
y forastero.
La sed de roca
nada en su puro cielo
de mar hondo:
contra el licor lirondo
quiebra su lengua rota,
pero a su seca linfa
de trasfondo
siempre se la reniega
el dueño del renombre
o de la coca
eternamente ciega.
Y el hombre del nombre
sin nombres
ni gota ni jota,
sigue sin boca
sólo desagües
con su sed al hombro.

III, 1984

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 87)

Pesquisa

Toda el agua del fondo
se me ha metido afuera
se me ha salido adentro
como si naufragara
en la hiel de su océano
y en su yodo me hundo
y su oleaje me habla
con rumor de sirena
y nuestra sal convoca
la savia de los sueños
de esta herida remota
que la busca de cerca
para hallarla de lejos.

1977

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 91)

Romamor

Ubérrima palabra proferida en la sangre
por encarnar libélulas
de viviente rubí
al pronto suspendidas con vehemencia
en los rieles arcángeles del viento.

Cantares hasta ver los cuatro límites
imprecisos del ámbito
en que prenden carbones y otros nidos
los sentimientos candidos del fuego
que nos sabe sonoros
bajo el vitral del agua subvertida.

Ser este imán que nos reside
como una piel de adentro de la hoguera
y circula en el ojo del azogue relámpago
que meramente somos:
ser la torva esperanza
preagónica del sueño muy maduro del gozo
en donde hemos hallado el infinito.

Polen del corazón,
mármol del pecho lacerado en almíbares:
florecida sustancia de la hiél y del vino
como igual doble símbolo
del nunca para el siempre nostalgia mariposas.

Es aquel gran espectro de emociones centellas,
almacigos perfumes
en torturas aladas y fecundas.
Es la aurora beatífica,
todo el registro del fulgor interno
edificando hervores en la gruta del yuyo
sobre alta voz raizal y de crisálida.

IV, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 93)

Cronosigno

En la mar evadida
de unos ojos,
ondinaje de flama
como óleos y reflejos matinales.
Por el oriente de infinito vórtice
va navegando airoso
vidente viento
de verano y gladiolos enigmáticos.

Todo el tiempo de brújulas
ha sido la alta niebla
que disculpa la luz de su velamen
en la tarde escanciada.

Periplo quebradizo
de auroras amasadas a tormentas
entre cauce de erizos, esencias y pupilas.

Relámpago y corola
oscuramente abiertos al iris de los días:
claros bajeles, nochecidos vientos
sin ancla, consentidos
en cataclismo amado de atemporales cantigas:
signados, visionarios, penduleantes
claraboyas o halcones
haciendo sus señales a lo lejos.

VIII. 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 97)

Rumbo

Se nos llega la flor, vino de pronto
su luz a escala: límpido torrente
de mieles diferidas, de soslayo
sorprendido vivaz en fiero vuelo.
Y marcha. Y amanece. Y amapolas...

Se nos fuga en tropel su sal, su seno
con ácidos colores, tantos nardos
ya metales. Y el partir niega todo:
jardines, horizontes, besos duros
que generan luceros, pedregales...

La luz toda del viento se detiene
para fraguar carbones puro fuego,
como imposibles nieves
que efímeras coronan huracanes.

VII. 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 101)

Prisma

Os ha estado doliendo
esta carne biológica del fondo
del universo herido.

Es una poma ardiente y fabularia
hecha toda de cuarzo mañanero
y camelias sedientas
que galopan por brújulas y atajos.

Ya la lleváis por dentro de los sueños
en medio de la noche palpitante,
y al interior va un viento amorecido.

Es un ardor geológico.
Material victorioso con su carga auroreada
de fantasmas guerreros
combatiendo en el pecho por trinchera.

Fue semilla iracunda
de cometas con música, desbocada en la brisa.

V, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 103)

Eroscidio

Si se empieza de cero en el destino
como ahora
sólo partir del viento,
será el frío poniente irrefutable
asestado a la hondura
del tiempo que salió por la ventana.

Crepuscular encrucijada
de la fragante senda proseguida
con un único rumbo,
donde la margarita sin ya un pétalo
descenderá
para siempre en su desvelo.

¿Acaso en su caída indeclinable
alguna tolvanera se levante?

IX, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 105)

Estación

Sin que se quiera
es este agosto ya difícil
antes de todos los al fin luceros
aunque después de ningún júbilo intacto;
que los pompones rojos,
los total cocuyos
y banderolas y otros eternales
se han agostado en el erial del día.

¿Ya no vendrá diciembre
acaso nunca?

Los soplos esperados de infinito
no han salvado a las últimas cometas.

Como siempre es agosto, siguen siendo
tronantes las contiendas,
erupciones de olvido,
abrazaderas y corazonadas
en las fechas del viento pimpinela.

VIII, 1987


Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 107)

Fastos

Pero el tiempo se escurre
entre las uñas
como el aire lanzado
por este cruel agosto
hacia la cara
en blanco desconsuelo.

Los relojes alígeros
sin pausa
nos van arreando todo:
la congoja y sus sábanas,
las deliciosas pomas
y sus sones,
toda esta hoy arrogancia
de cómplices deleites,
la postrera sonrisa
de un después del crepúsculo...

Nada de aire habrá entonces,
ni la misma astromelia de canciones.

IX, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 109)

Tragaluces

Cantará el viento en la ventana,
bailará policromos
por la calle caliente de pasos agoreros
o perlas a la espera desmedida
como el aurorecer de un terco fruto.

El día abre sus fauces impetuosas
hasta engullir sus túneles
o fusiles sedientos de coágulos dorados.

La luz del horizonte subversivo
con su relente abierto llega al rostro
en recientes bandadas,
sensaciones ardidas al socaire
entre canteras locas
que traen en su cáliz ánforas y capullos
de un amarillo todo estremecimientos.

Hay labios fragorosos
hincados en el pecho del planeta,
lilas volcanes nuevos en batalla
que afloran crisantemas como abrazos.

Viene esa voz tremendamente albina
a sembrarse en la brecha
de esta gleba insegura que hoy palpita sus rojos,
su porvenir galaxia y jardinero.
Es una plenitud de siempresueños
en arcoíris de canciones fértiles.

IV, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 111)

Devenir

Se le va el viento, su aura luminosa
barre el agua, su cieno, los lugares,
la hora de la risa, y batallar
hasta el plomizo tiempo de la ruina.

Ayer hubo amarillos y proclamas,
lodazales y fuentes crisantemas,
libélulas y auroras, o vilanos
poblando de glorietas todo el aire...
aunque ya se iban disecando a gritos
tantos espejos como carbones nuevos.

Hoy fue sombra de ayer y de futuro
pero ninguno de los dos subsiste
en el pulso cromático y su horario;
sobrevive el perfume devorante
y la carga tenaz que le consume
de ocasos, los compaces ateridos
del universo ignoto,
sus redivivas aleteando sueltas
en la tromba fecunda donde expiran.

Si aquel aire de antes fuese ahora
aún estos escoplos adorados
que le marcan por dentro no serían
todo el dolor, el vuelo, soledades ocultas...
pues no mata la muerte
sino la vida misma, y a sueños consumada.

I, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 115)

Nocturnal

Le han fallado los vientos
prometidos
y los augurios rosas
del instante secreto,
así como la noche carbonera
en que vino a quemarse
su corola color contrabandista.
Y abortaron los sueños
platinos o castaños
en remojo.

El despertar audaz de cada día
en cada noche huérfana
no ha traído la aureola
que de fruto probable
ha merecido.

¿Se nublará por siempre
el calor de su almendra
atardecída?

III, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 119)

Saldario

Se le perdió la esencia entre otros dedos,
y sus otros calores
enmohecieron silenciosos pronto.

El cáliz oficioso de su tarde
ha manido en subfondo agazapado
sin su paciente colibrí fecundo
ni el antiguo jardín.

El manantial violeta y la esperanza
luego de tornasoles
veranos y dulzuras de socapa
se evaporó a burbujas, y otras gotas
dejan atrás la estela
de su pozo lunático en vigilia.

Algo amarga el sabor
desde su polen en la sombra airado
hasta el follaje ya sin primavera.

No se ganó la poma subrepticia
talada por la espalda y en menguante.

II, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 121)

Espejo

La luz como el martirio
en un retablo
se paraliza a veces
y se entierra en el aire, alebrestada
fuera del mesenterio
para ser moribunda
parte de las hogueras resurgientes.

La aureola es una quena
no fungible
que revienta de pólvora madura
hasta tornar su sangre
en los luceros y en las mariposas.

Mientras siempre,
de aquella luz furtiva están signados
todos vuestros dolores,
vuestros amores todos juntos
quebradizos
en sus segundas sábanas.

IX, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 123)

Olvidor

Han dicho que en el filo de mi almohada
cuando hablaba en incierto duermesueña
intenté por tres luces
las letras de su imagen,
pero que entre pucheros y murmurios
las palabras dormidas una a una
como burbujas ocres se quebraban al vuelo.

Por supuesto que de estas centellas no cosecha!

Muchas veces quisiera confundido
más bien tragarme aquellos ramalazos sonoros
en los cuales fenece el mismo nombre
o misma imagen obstinada
que a clavos me atormenta
siempre dormido y/o despierto siempre.

Confiemos que algún sueño veleidoso
ha de enterrarla en una amante ortiga.

I, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 125)

Dubitación

Esta noche ha venido la infiel sombra
a visitarme extraña
con sus celajes y su encantamiento.
Acaso ya no sea
más que la imagen de una imagen
con su desvelo misterioso al hombro.

Ahora ronda deshabitada y huérfana
a mi lado aterida de silencios
por todas sus memorias.

Dormido ya no sé de su materia
o su sosía, muy desintegrada.

Como sea, si es que fuese la auténtica,
basta su sombra para reconocerse!

II, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 127)

Residencia

Salir de aquí y así
como entre claras brumas
desdoblando escaleras o asesinos tropiezos,
y uno por otro
contar alegremente
cada paso extraviado, sin retorno posible...

Entrar así y aquí
solo uno mismo y propio
sin lo demás al fondo de la noche extraviada,
construido con yemas sensitivas
o grilletes o verdes banderolas
y con viejos colores azules padecidos...

-o-

El aire éste ya es otro muy extraño
sin su fiel primitiva transparencia;
los aromas del polvo familiar
fatigante y supremo
no abrigan el encanto del presente crepúsculo
estremecido al cabo
ni sabe a limpio el rojo sangre,
que el tiempo no es ahora leal manzana
como entonces.

¿Quizás ésta haya sido una pintura
o es que aquéllos aún siguen siendo libros?
¿Y esta música ya no sabe a flores?
¿Cada voz es un eco
indiferente
sin su cromo crucial y su vieja memoria?

Un algo muy total como el espacio
cosmogónico
está faltando aquí de auténtica presencia,
o introduce una imagen subrepticia
sin su propia materia. Y al fin luna
en menguante perenne
orbitará feliz allá en su misterioso titileo,
mientras acá su lumbre diluida
enrarece el dolor
de los cristales y de la honda mirada.

-o-

Otra vez este caballero hidalgo
volverá a ser el de antes
Don Quijano de siempre andante bueno?
Y el mural compartido con sus constelaciones
dejará oír su música de esferas
siderales
como al principio y en este final?

Aunque acá estemos unos
reintegrándonos ahora al sin saberse dónde
ya no tenemos todo
ni todos a la hora florecemos
como entonces, de la misma amapola irreparable.

Pero no estamos todos: sólo solos.
Hacia qué aura mirífica partimos
y hasta cuándo?

IX, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 129)

Obstinación

Es un hondo deslumbre que le recuerda de por siempre
aún en estos soles tormentosos.

Amada piedra habida de amapolas,
contiene golondrinas
insaciables de horizontes y abismos.

No sale de su oculta abroquelada,
ni vuelve a penetrar al epicentro
como las larvas crueles
de los mangos maduros en malogro.

Sin poderle mirar (no se permite)
hace memoria a todo fuego indigno
y prosigue habitándole
a escondidas de su propio zafiro desolado,
que acaso sin quererlo
sigue anidándole en su ausencia
con heridas de muerte transitoria.

El silencio, las lunas y los ácidos
no serán el olivo irreparable?

III, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 135)

Plegaria

Henos rosa y clavel
no deseados.

Antes, la oscura madretierra
intentó terremotos interiores
por arrancarnos a sangradas
de su misma semilla:
fue la conminación de nuestros sueños,
pues somos sueños realizados.

Sinembargo aquí fuimos
en florero seguro,
pura savia de entonces imprevista
ante inclemente madretierra
iluminados.

Sobrevivimos al mundo prohibido,
amamos sus quereres,
el crisol infinito de vivir
su luz, su aire,
su sal, su agua, sus luchas adoradas,
sin la culpa ni el yerro.

La vergüenza no es nuestra por nunca
ni el estigma.
Nada empaña o enfría nuestras frentes.

Henos así, rosa y clavel
inmaculados

X, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 137)

Aleatoria

Lo que de espacio se te ha ido
con el revuelo de los años,
a veces llega del olvido:
acaso siempre se ha quedado
en el placer de lo perdido
o en el dolor recuperado,
como un incendio redivivo.

Lo que de tiempos ha esperado
en la poceta o el rocío
como alto sueño recobrado
que en una luna se ha vertido,
se va de pronto de tu lado:
acaso nunca estuvo vivo
o siempre anduvo rezagado.

1976

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 141)

Galaxia

Amantes sin amor
por demás extendida
su soledad en el sinfín del viento
bajo la noche aciaga
como límite sal de cada ocaso.

Amantes del dolor
hoy confinados en las aspas del tiempo
sin auroras visibles
que el clavel busca ansioso
para sembrarles su sidéreo pecho
por siempre estremecido.

La luna consumada en huecos negros
es la fiel compañera del naufragio
que quiere ser fervor
toda la herida.

Amantes del amor
cuyas ondas de luz han florecido
centros brillantes en el magro pecho,
aunque los alejares sin medida
les haya aproximado
los olvidos de sus líneas oscuras
en firme y en veloz desplazamiento
hacia los infrarrojos
de su propia semilla delirante.

Fragor de las estrellas extraviadas
y los cometas ciegos
donde habitan los besos tornasoles:
¡Henos enamorados
todavía!

III, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 143)

Off

"Pero ahora te vas.
La defecciosa fulminante te ha espantado
y vuelto a despojar de espacio hueco
donde sólo las piedras, los tiestos y las runas
han vivido a sus anchas
mientras tú a las angostas implacables
marchitabas inquieto garabateando imágenes.

"De pronto ya te has ido a copar un otro espacio
estremecido, sin cifras
con la luz y las páginas a secas
en tu oquedad central de alto carrizo:
dejando allá a lo hondo
ya frutos desgajados, ya el calor en salmuera,
tu fantasma o sus álitos presentes,
y esa voz andariega que han herido en tu voz.

"Dentro del canto transitorio
llevas siempre
todo lo que has vertido sin perderlo del todo".

VII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 147)

Patrimonio

Un reguero macizo de recuerdos
dentro de los olvidos
degustados
entre los sueños de fugaz memoria
casi ha sido la ausencia
que hemos venido coloreando
sin destino imprevisto.

Un reguero de olvidos transitorios
fuera de los recuerdos
macerados
en la memoria del montón de sueños,
como ha sido la espera
que hemos venido haciendo llaga
con destino imprevisto.

Un reguero de voces andariegas
y de amores teñidos en la historia
que llevamos
al externón tatuada como oruga...
tal lo que queda al fin de tanta huída.

III, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 149)

Apostilla


El cielo
sobre
las alas
en fiesta
de cobre:
el mundo
bajo
la lumbre
tremenda
del canto.

Antes
dormir
en
su voz:
ahora
despertar
en
su vientre
de luna,
y llueve
adentro
del sinfín.

VII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 153)

Khronos

Fluye arena
de los seguros pasos
entre horadadas
venas
de veinticuatro
sempiternas flautas.

Como agridulce
sangre ciega
se siguen desgranando
los mil sueños
baja y sube bajando
gota a gota.

Insistencia o destino,
puntual hoguera
en lengua herida
su memoria:
transcurre
y privilegia
su destilar de estalagmita
y astro,
que es la hondura
perenne,
su rumbo sin regreso
edificando
todos los futuros.

III, 1984

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 155)

Boceto

Hacia uno mismo andante sonda
ha vuelto la ciudad
de la estatua en acción caballeresca
con poma efervescente
hecha persona disfrutada y trigos.

Canta su gruta, fiel apetitosa
que respira en vitales gorgoteos
cuando nos acompaña íntimamente
a pleno vaso hervido
y a total conjunción de siemprevivas.

La azul jugocidad, la arboladura,
el temblor de sus besos
y su ritmo estelar
con soplo de guerrero a trote airado,
vienen de recio estoque
a tulipanes tristes que hemos sido
siempre y soles maduros en la sangre.

Es goce pleno en hondos mares-ojos
bajo calles veloces, siderales,
ululantes violetas devorados
en la pasión que llega cada fugaz regreso.

III, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 157)

Hiel

Todo el ardor marca también
la vida
como ha sido la piel de los ilotas
o el parpadear del tiempo
y el deslumbre de azul
en estas lujuriosas alboradas.

Hay un verde alacrán de invernadero
muy dentro de las horas,
enamorante
por rescatar hasta el aliento mismo,
casi alcanza a emerger
del tan abismo indómito
que siente cascabeles cómo existe
poseso su murmullo alebrestado.

VIII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 159)

Tránsito

Bruna hondonada de la noche ignota
difuminándose
en el caos senáculo del viento.

Navegando y sonriendo las violetas
se tornarán placentas azafranes
en los ojos del alba
y en las hojas recónditas del fuego.

La oquedad y sus labios tornasoles
arrebolan ahora el unicornio
y acarician con trenos
el vivero intérnales
del tallo perforando a la sonrisa
vertical de la carne.

VI, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 161)

Espacio

Asimilar los poros tan sedientos
de sus montañas y de sus abismos
al codicioso tacto...

Absorber el calor enfebrecido
y sedoso de todas sus refriegas
por el óleo mezclado...

Beberse con los ojos anhelantes
y con la voz hambrienta de fogatas
el polen de su cántaro
aguerrido...
es asumir el Cosmos
en un sólo milagro.

VI, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 163)

Comunión

Sobre la espalda de esta tierra madre
excitante, amorosa
echarse al goce íntimo ante la inmensidad:
de lomo devorando tanta estrella
llovida ya hasta el pecho
nocturno, emocionado, en paroxismo.

Sobre la propia espalda sensitiva
solazarse en el pulso de la altura más honda.

Bajo el jadear celeste
con que lasciva yema se complace
fruir sosiego impúdico o auroras
y escudriñar la vida que hace falta muy antes
en el otro futuro.

Entre la tierna piel y sobre el humus
después de la fatiga
dorso con dorso unidos
centellarse en el día y el encuentro
por vencer tanto olvido que es la yel de la muerte.

V. 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 165)

Reposo

La yerba solidaria de este parque
retribuye sus sedas amanuenses
en caricia de prendas inferiores.

Bajo la piel sonora de los besos
posa sus finos dedos y estilete
en la amada mejilla voluptuosa.

Sus senos y sus sienes y su sombra
de más allá del viento matutino
sobre el césped de pana entibiecida:
justo premio teñido a girasoles
que la luz como el tiempo se conceden.

Este verdor en medio de los muslos
es la sonrisa vegetal del cosmos.

IV, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 167)

Sueño

Suaves, claros oleajes fervorosos,
rosáceas y avarientas oquedades,
tibia sustancia tierna hecha volumen
acariciado en bálsamos.

El nervio, la corola, el holocausto
y la piel
que es un aire de tersuras
se iluminan de cuerpo en florescencia
donde todo es misterio
acaso redivivo, acaso ahogado.

Estremecerse el paraíso ciego
al feroz titilar
del tacto y la descarga fulminante,
como el brote iniciático
de corola surgida en pleno agosto.

Ya nada más redime sino el lecho
y la luz del crepúsculo
o la aurora del vivaz unicornio.

VIII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 169)

Textura

Un mar de orografía que se escapa
entre los dedos locos
y se alza vibrante de raizal emoción.

Lo ansia cada afán y lo siente convulsa
la sangre conmovida a su tangencia.

Oh suavidad vehemente en amapolas
que genera tibiezas al sumo confortables!

Todo plumones, todo musgo arisco
y habitar su hondonada
bajo las yemas de los miembros todos.

La temblorosa vecindad en celo.
El contacto a la cara o al escote
por el vientre o las algas
provocarán los despertares íntimos
del pistilo o el bulbo.
Los calores volcánicos del cáliz,
la tensión del estambre elevado a embriaguez
y la sublevación del humus mismo:
dispuestos a su hallazgo
y ensombrecidos por su propia hoguera.

Pilosidad a trechos anhelantes,
panas y girasoles y honduras y deseos
son el ser en volumen hacendoso
que ha descubierto al tacto viva topografía
compartida de besos codo en tierra
y en su profundo espacio
donde se muere como el Ave Fénix.

II, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 171)

Trance

Beneficias la dalia
en el jardín de lo soñado
como vivido.

Se desmadra ella luego
en el florero de la sombra
como soñada.

Oscurece su aroma
de llanuras
en los cultivos del adonis
bajo terceras manos.

Desplomados sus pétalos,
esta dalia es la zanja fugitiva
de tintes brunos
y acrobacias ocultas,
luego desamorada.

VIII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 175)

Nostalgia

Se siente con impúdica vehemencia
aquel néctar muy próximo
que para siempre se le había escandido,
o esta lejana tornadiza cuna
borrada ya hasta cuando del ariete.

Se recuerda con ansias inauditas
como espejo de sol entre los ojos
de otros espejos
que reconocen y devoran tanto
cuanto en su cuenco vino siendo suyo,
en tonos de otra entrega
voluptuosa.

Todo lo que se ha ido
en tantos goces capitosos
de la mano del viento irremediable
hoy le conforta a veces,
y concibe
a los vilanos que se lleva otro sinfín.

En los mismos senderos estelares
convivir amasijos con lisonjas
fue ese abrojo
profano y deliciosamente agudo
que sazonó por siempre
la tortura tremenda y amarilla
de al fondo poseerla.

Pasaron las espinas de los sueños,
las canciones, los aceites, el vértigo...

De lejos se ha vertido
aquella aroma transitoria, color nieve gritada,
mas complace y angustia
en lúbrico pretérito
esta dulzona concha confortable
que como el sol omnímodo incinera.

X, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 177)

Incógnita

Conforme al trote de la suerte augusta,
cántaro arcano en su temblor distante
según los altos faros
o el mutismo secreto
de la pasión y su intrincada enredadera.

Muy veleidosamente
su gota de algo se le va escapando
en la noche del cuerpo
como el agua del río ya sin madre
para nunca volver a su entraña simiente.

Se aproxima o se esfuma en calóreos
y cardos y azucenas
con su voz triste o blanca o no-me-olvides,
infiel calor ungido por extraño sinfín.

Si retornara en ojo de rocío
o en lágrima de estrella desposada
ya no sería la aquélla antigua cuenca
encarnación solícita
del fuego con fisuras y palmas transparentes.

Todo el tiempo se acuna
y el espacio geológico muy tremendo se empoza
hacia el abismo, entre sus mismos caracoles.

Como sangre liberta a ritmo histórico
brota la carolina carcajada...

No deja de ser agria sinembargo.

X. 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 181)

Sinfonía

Ardores vegetales por caloreo de astros.
El pífano le busca y le reclama
en eclosión de gotas musicales
y se yergue en ufanos saboreos beatíficos
para iniciar la amable epifanía.

Un camino armonioso conocido por dioses
y un ritmo de estacato al explotar el trueno.

Hambre del universo con diapasón recóndito.
La suave concha acústica hasta el fondo
se ha henchido de espesores como arpegios
e irrigado con ansias feroces en la gloria
que recibe gozosa de una corchea y dos blancas.

Hay rosas y huracanes y amatistas despiertos
en el sopor oleoso de las horas difíciles.

La verticalidad de la sonrisa tentadora
por tan apasionada de musgo acariciado
se queda como grato patrimonio
del orquestar dichoso y enhiesto de su pífano.

IV, 1988

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 185)

Menguante

Se cocina la noche temblorosa
en el fuego
crucial, y lleno de pezones
como un erizo de bombones sinfines
al fondo de la sangre
socavada.

Tanta lóbrega luna de septiembre
que se escurre
llueve lila su música de orgasmos
desde el alba encendida
sobre ahora la ruta del deseo
como sebo en la ampolla
solar
e irremediable, y degustada.

La lanza queda ahogándose
en el recio costado
y su llaga querida
profunda, se le impone:
no restaña su arteria
de socabón al vuelo.

Ahora que la luna ya se ha ido,
si no fuese la noche,
cómo fuera?

VI, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 187)

Golosina

Sustituir los folios del destino
por el uso y deleite
de la gruta tortuosa.
En su caverna abierta
para extraños
otros cinceles más y pérfidos
devorados a veces
con gulas superpueta.
Taladrar hasta nunca como ahora
la placidez
del cuenco solazado
el azulino lustre
de los propios capullos,
todo el cristal antiguo
y la misma entrañable otra careta:
su estatura de sal
a la interperie, y sola.

IX, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 189)

Paraíso

Un caer en las mallas
tendidas a socapa y por el gusto
de fraguarse a deslumbre
su propia efigie, concebida en sal
o de palabras
o monedas y espejitos falsarios
en que hoy quisiera bien reconocerse,
automostrar su deseado entorno
cual encarnado femenino arcángel.

Manzana remordida muchas veces tres veces
por aguijón diverso,
en manteles tímidamente ocultos
bajo incierto artificio de días como sombras.

Tentación de una moda codiciada,
dulzuras y adultez con pulpa fresca;
deliciosa ilusión que se ha enredado
en coro de serpiente
al parecer moderno, edénico
y mucho más antiguo aunque lo ignore
antes del mito o después de los éxodos.


Ágape subrepticio de nuevos antifaces
con deleite en la ya casi agostada
frutalidad a medias:
otro áspid ha enterrado su estilete
y otra entrega sus jugos secretos, macerados.

X, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 191)

Acoso

Vegetal como ha sido
tendida así
sobre césped de nardo,
degustada entre hazañas
de ajenos algodones
que entrerrejan
al viento y los apegos,
cósmica flor de piel,
ojos recién llovidos
y palabra poética,
alta hermosura hundida
en retozo extrañado...

No podemos saberle
así de cosechera
como una desventura,
siendo antes
de por siempre florecida
nuestra eterna magnolia
enamorante.

IV, 1988


Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 193)

Monumento

Luego sintonizar todo el romance
que juntos escribieron
sorbo a sorbo
en eclosiones y colapsos ágapes,
como ignoto escondite
de hondas constelaciones
elevadas al seno revertido
dentro del pozo en ascuas
con genuinos alientos y azabaches soñados.

Dos voces confundidas
en el lecho del lago apetitoso
donde los refluyentes
peces rielan canciones frente al alba.
Sus bajíos sembrados
son vidas aleteantes por señales y templos,
ósculos como hervores
amanecidos entre dos estrellas.

Bastó la luna con su siempre halo frígido...

Tascando beso a beso
y a sangraderas fue desescribiéndose,
perdiendo a cuentarrotas
su música desde élitros morados.

Que todas las caricias y su arena
volaron de su austro licencioso
a desdoblarse
de su esencia telúrica encarnada
con libélulas y desplomes vagos
en su seno metálico de signos.


El poema también goza y palpita demolido
a veces desvelo ácido
en rudos estertores y almohadas de cemento.

XI, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 195)

Historia

En sus esquivos pétalos o yermos,
en sus lánguidas peras,
en su cadera artrítica
o en su raspado aunque fecundo cáliz
sepultó aquel aliento inicial
y la palabra.

Fue quedarse de pronto sin la imagen
visceral que orquestábase
como estandarte o como orquídea nueva
engastada en el lustre de su concha.

Vino el tiempo con su hálito...

Le fue imposible secuestrar ya más
del todo la voz honda,
gema de tantas luces;
y en ello, sólo en ello
ahora es encenderse su descuaje
de nervio -sus colores más su música-
que nos va liberando la concéntrica
emboscada;
como si fuera un Fénix
la palabra se sueña y reconstruye
más allá del aliento seducido.

VII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 199)

Terapia

De almacigos, de clavos o detritus
que enervan los ardores de sus propias heridas
y le pinchan inermes
el helado cubículo escondido...
de tenues hormiguillas a socapa
dentro del cuenco oscuro...
de carbones endebles estaba semillada sin saberlo.

Sólo que ya se sabe
cómo el olor, cómo la voz ritmada,
cómo a veces las promesas frustradas sincronizan,
se arremolinan luego, se sublevan
en su puja triunfante
de corazón a lo hondo, a fuego vivo,
y van ganando tristes el tulipán aleve
contra la falsa greda
por rescatar en pleno sus traspuestos jardines.

VII, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 201)

Después

Se intuye que por nunca volvereis
al calor hondonada donde todos los tactos
se derriten
diseñando manzanas, caracolas,
ni a ese cuenco central de los deseos
de perpetuar la noche
en vehementes instantes
con siemprevivas y conjugaciones.

Y se sabe
cómo duele la luz de su querido antro
que acaso ya en escombros
siga anegando el gran vacío
sin tangencias sensuales fervorosas,
sólo con entreabiertos girasoles de sueño.

XI, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 203)

Venganza

Le había
corazonado
tanto
y tan hondo
que
de por vida
no quiso
volver
a verle
jamás
en su olvido:

Fue
su último
acto
de amor,
aunque
nunca
podría
restañar
aquella
penetrante
y
eterna
herida
a muerte:
le había
corazonado....

X, 1987

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 205)

Poesía para el escultor Emiro Garzón Correa

Fotografía: Edgar Mora Cuéllar
Escultura adquirida por Eutiquio Leal
y fotografía publicada en la página 210 del libro
Música de Sinfines
1988



EMIRO *


La arcilla no es arcilla como ha sido.
Por tu poder es pulpa de este Cosmos,
polvo de las Galaxias, materia filantrópica.

En las creadoras manos de tus manos
se hace floresta, vive, se agiganta y grita
para volverse humanamente gesto,
alegría volcánica,
constelación del hombre haciendo al mundo.

El silex toma forma y sal y esencia
igual que el mármol, liberados
a través de tus dedos inventores y fértiles
como fusiles nuevos edificando al hombre
de la tierra, coronando de nardos y gaviotas
toda desolación, todo martirio, todo pueblo
sublevado en azadas y ocarinas.

No dejes, oh maestro prometéico,
de acariciar el humus con la luz de tus yemas
de mil ojos fantásticos.
Tu arcilla ya es bronce férvido del futuro.

Bogotá, 19, VII, 1988

* Poema escrito exclusivamente para el escultor Emiro Garzón Correa

Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 217)