padeciendo miradas todo fruto,
ritmando nuestra vida con esferas
en las ceñudas calles
de la ciudad careta a medios días.
La dicha cincelada a agujetones
dentro del hueco abierto
reverbera de ausencias inconclusas
y reiterados amorines secos.
De ocarina insurgente
como de desengaños mal habidos,
sobre el rayo seguro
que nos lleva a la altura sensitiva
va nuestra propia gracia de alas
a mil arpegios recios
liberándose en cánticas y abrojos.
III, 1988
Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 43)
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