aún en estos soles tormentosos.
Amada piedra habida de amapolas,
contiene golondrinas
insaciables de horizontes y abismos.
No sale de su oculta abroquelada,
ni vuelve a penetrar al epicentro
como las larvas crueles
de los mangos maduros en malogro.
Sin poderle mirar (no se permite)
hace memoria a todo fuego indigno
y prosigue habitándole
a escondidas de su propio zafiro desolado,
que acaso sin quererlo
sigue anidándole en su ausencia
con heridas de muerte transitoria.
El silencio, las lunas y los ácidos
no serán el olivo irreparable?
III, 1988
Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 135)
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