cántaro arcano en su temblor distante
según los altos faros
o el mutismo secreto
de la pasión y su intrincada enredadera.
Muy veleidosamente
su gota de algo se le va escapando
en la noche del cuerpo
como el agua del río ya sin madre
para nunca volver a su entraña simiente.
Se aproxima o se esfuma en calóreos
y cardos y azucenas
con su voz triste o blanca o no-me-olvides,
infiel calor ungido por extraño sinfín.
Si retornara en ojo de rocío
o en lágrima de estrella desposada
ya no sería la aquélla antigua cuenca
encarnación solícita
del fuego con fisuras y palmas transparentes.
Todo el tiempo se acuna
y el espacio geológico muy tremendo se empoza
hacia el abismo, entre sus mismos caracoles.
Como sangre liberta a ritmo histórico
brota la carolina carcajada...
No deja de ser agria sinembargo.
X. 1987
Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 181)
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