de sus montañas y de sus abismos
al codicioso tacto...
Absorber el calor enfebrecido
y sedoso de todas sus refriegas
por el óleo mezclado...
Beberse con los ojos anhelantes
y con la voz hambrienta de fogatas
el polen de su cántaro
aguerrido...
es asumir el Cosmos
en un sólo milagro.
VI, 1987
Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 163)
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