no deseados.
Antes, la oscura madretierra
intentó terremotos interiores
por arrancarnos a sangradas
de su misma semilla:
fue la conminación de nuestros sueños,
pues somos sueños realizados.
Sinembargo aquí fuimos
en florero seguro,
pura savia de entonces imprevista
ante inclemente madretierra
iluminados.
Sobrevivimos al mundo prohibido,
amamos sus quereres,
el crisol infinito de vivir
su luz, su aire,
su sal, su agua, sus luchas adoradas,
sin la culpa ni el yerro.
La vergüenza no es nuestra por nunca
ni el estigma.
Nada empaña o enfría nuestras frentes.
Henos así, rosa y clavel
inmaculados
X, 1987
Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 137)
(Página 137)
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