en ningún lino,
ni siquiera en el ala muy coqueta
de la rosa,
que era la fosa de antes.
No sentirse seguro
en una hoguera ni en un trono
que no hayan sido la palabra siempre
de los meandros estelares
en el pecho tatuado.
Sólo hay el tránsito infinito
donde existir en pleno
con todos vuestros versos y huracanes.
VIII, 1987
Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 37)
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