El pífano le busca y le reclama
en eclosión de gotas musicales
y se yergue en ufanos saboreos beatíficos
para iniciar la amable epifanía.
Un camino armonioso conocido por dioses
y un ritmo de estacato al explotar el trueno.
Hambre del universo con diapasón recóndito.
La suave concha acústica hasta el fondo
se ha henchido de espesores como arpegios
e irrigado con ansias feroces en la gloria
que recibe gozosa de una corchea y dos blancas.
Hay rosas y huracanes y amatistas despiertos
en el sopor oleoso de las horas difíciles.
La verticalidad de la sonrisa tentadora
por tan apasionada de musgo acariciado
se queda como grato patrimonio
del orquestar dichoso y enhiesto de su pífano.
IV, 1988
Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 185)
(Página 185)
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