el silencio
tendrían que subir hasta sentarse
en esta banca húmeda
de aguas terapéuticas,
deberían respirar ahora rojo
que la dicha transcurre,
que la desdicha es ciega,
sembrar la lluvia toda de amapolas
y amalgamarlas;
luego, en el fondo del barro
saber que existió
apenas,
que existimos a gritos
y a trompicones por mejor leoninos.
II, 1988
Publicado en el libro MUSICA DE SINFINES 1988 de Eutiquio Leal
(Página 27)
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